martes, 20 de julio de 2010

PLUSVALÍA, LÓGICA DEL CAPITAL Y USURA

El filosofo Karl Marx observó que se necesitaba una gran inversión para montar una fábrica, esto determinaba que solo unos pocos pudieran acceder a la propiedad de los medios de producción. El resto de los hombres se quedaba únicamente con su fuerza de trabajo. Cuando se fijaba el salario, el empresario no podía entregar el producto al trabajador, ni podía pagarle lo que valía el producto: tenía que descontar el trabajo de sus máquinas y el interés de su inversión. Por tanto, le pagaba su tiempo de trabajo y se adueñaba de todo lo que en ese tiempo de trabajo producía el trabajador.

Marx, por el contrario, pensaba que el trabajador tenía derecho a recibir como salario lo que valiese el producto entero. Pues pensaba, con cierta lógica, que el tiempo de trabajo de la máquina, la otra parte del valor de la mercancía, también pertenecía a los trabajadores que habían producido la máquina. Al quedarse con el producto entero, el empresario se adueñaba de la plusvalía, esto es, de la diferencia entre el salario y el precio completo del producto. Pero de lo que en el fondo se adueñaba era del trabajo social que estaba enterrado, invertido en las máquinas de su fábrica.
La cuota de plusvalía es por tanto la proporción exacta del grado de explotación de la fuerza de trabajo por el capital.

Cabe aclarar que plusvalía no es sinónimo de “ganancias” o “utilidades”, ya que refleja, en el producto (en lo que se elaboró) el valor generado por la fuerza de trabajo. Es por todo lo antes descrito que podemos definir la plusvalía, como el valor que el trabajo no pagado del obrero asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo y del que se apropia gratuitamente el capitalista.

El tema de la plusvalía nos lleva a definir la teoría del valor-trabajo, principio que afirma que el valor de un bien o servicio depende de forma directa de la cantidad de trabajo que lleva incorporado.

El trabajo es el factor que añade el valor a las cosas, en este caso bienes, siendo el tiempo y la intensidad de este el valor de cambio que vaya a tener este bien. Por lo tanto, si en igual esfuerzo un bien se produce en dos horas, tendrá el mismo valor de cambio que dos unidades de un bien que se produzca en una. Los bienes tienen además un valor de uso, definido por la satisfacción de la necesidad, entendido así por la utilidad de este para ese individuo. Quien arriesgaba su capital para la producción, también necesitaba una retribución.

Al intercambiar el excedente de producción se genera el beneficio para el capitalista que se ha apropiado de la producción de sus trabajadores. Así, la plusvalía es la diferencia entre el valor de lo producido –e intercambiado- y el valor del trabajo que lo ha producido. Con la teoría del valor, se observa que el valor de lo producido es equivalente a la duración de la producción.

Según la teoría valor trabajo el precio de un bien o servicio se encuentra directamente vinculado con el trabajo que este requiere para su disposición, sin embargo, en Venezuela, la fijación de precio tiene un componente especulativo y de usura, que se evidencia con el índice de inflación, que cada mes aumenta.

El concepto de usura lleva implícita la convicción de que existe un «precio justo o razonable para el ahorro», con independencia de las condiciones de oferta y de demanda, lo que ha llevado a que algunos gobiernos fijen, arbitrariamente, tipos máximos de interés, con el supuesto propósito de proteger a los prestatarios.

Es por ello que en estos días se ha puesto a circular la palabra plusvalía y valor trabajo, debido a las medidas económicas que modificaron el tipo de cambio del dólar con respecto al bolívar, a lo cual reaccionó el comercio con la demarcación de precios, incurriendo en especulación.

Ya para concluir es pertinente señalar que, en el proceso de construcción de la sociedad bolivariana socialista es fundamental que los ministerios e institutos autónomos, que tengan que ver con la producción, con la distribución y la venta, de productos de consumo masivo, de bienes y servicios, definan políticas públicas para analizar constantemente los costos de producción y los márgenes de ganancias, así como los precios de venta al consumidor, para determinar si se está especulando con los precios o no.






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